Despertarse a las seis,
cambiarse, es la rutina.
El café, los cigarrillos,
para empezar el día.
Y los jefes, los trabajos,
las minas, las oficinas,
la violencia cotidiana,
la injusticia, la avaricia,
la profunda convicción de que el poder no es un carajo,
prefiero ser pobre y digno antes que un jefe buchonazo.
Y la vida sigue igual,
te quejás pero te vas a trabajar,
pocas cosas no hacen mal,
y el fantasma de Luca en tu walkman:
Mañana de Sol, bajo por el ascensor